viernes, 10 de diciembre de 2010
XVII - Algunas observaciones sobre las fiestas de navidad y fin de año
lunes, 22 de noviembre de 2010
XVI - Mis favoritas
martes, 16 de noviembre de 2010
XV - Para qué sirve el Universo?
martes, 14 de septiembre de 2010
XIV - Diez Segundos
Buscando en la oscuridad y bajo la lluvia los muñequitos de peluche de María José, que estaban desparramados a lo largo de más de veinte metros contados desde donde quedó el auto, me preguntaba por qué lo estaba haciendo. Lastimado, golpeado, aturdido, habiendo extraviado cosas más urgentes como mis documentos, celulares, dinero, tarjeta de crédito… pero buscaba los perritos de peluche de María José. Jonás se me unió a la búsqueda hasta que los encontramos todos. Cuando encontré el primero, fui corriendo a llevárselo a ella, que estaba en una camilla que habían traído los del equipo de socorro. Cuando se lo puse en la mano, ella lo tomó con fuerza y se puso a llorar. Ahí me di cuenta de por qué los busqué.
Dicen que ante la inminencia de un acontecimiento potencialmente fatal, uno ve pasar la propia vida frente a sus ojos… para mí no fue así. Todavía estaba nuestro auto dando vueltas y vueltas, y en lo único en que pensaba era en los chicos que estaban conmigo en el auto. Cómo podría seguir viviendo si algo le pasaba a alguno de ellos? No tuve miedo por mí en ningún momento, sólo podía pensar en mi hijo y en los demás que estábamos allí. Tengo pesadillas que evocan esos segundos en los que no sabía si mi hijo, su novia o alguno de nuestros amigos que nos acompañaban estaban vivos. Supongo que probablemente, las tendré durante años.
martes, 17 de agosto de 2010
XIII - Indiferencia
Pasada la conmoción del suceso, me planteé algunos temitas...
Las siete de la tarde en la estación de Ezeiza! Tienen idea de cuánta gente había allí? Nadie intervino para nada (excepto para salvar a nuestro amigo) En todo ese tiempo ni un policía, ni un guardia de seguridad de la estación, ni un inspector de tránsito ni nadie...
Esto me recuerda a mi propia anécdota, en 1999, cuando intentaron robarme de forma parecida en Callao entre Corrientes y Lavalle a las dos de la tarde... Claro, no estaba mi señora, que si no... Yo llevaba unos diez mil pesos convertibles 1 a 1 que eran para el pago de sueldos en la empresa en la que yo laburaba entonces. Me enganché en una linda pelea y hasta la estaba ganando, tal vez justamente por eso apareció de la nada un cómplice que me atacó antes de que yo consiguiera siquiera verlo. Terminé con más de tres meses de yeso desde el cuello hasta la cintura, aunque me queda el consuelo de que no pudieron sacarme nada. El asunto es que estaba yo abrazado a mi maletín tirado en el suelo en Callao entre Corrientes y Lavalle a las dos de la tarde y nadie vio nada... ni siquiera me veían a mí, ni un alma caritativa que me ayudara a sentarme al menos... recuerdo que le pedí a una persona que pasaba por allí que por lo menos me alcanzara mi celular que había caído a unos tres metros de donde yo estaba y lo único que hizo fue acelerar el paso como si lo mío fuera muy contagioso.
Estoy más enojado con la gente que con los chorros... estos al fin y al cabo son chorros y cumplen patrióticamente con su deber como tales. Uno, sin embargo, esperaría otro proceder de ciudadanos comunes que comparten las calles con nosotros.
Me molesta la indiferencia de la gente, aunque sé por propia experiencia, que involucrarse puede traer problemas. Hace algunos años estábamos llegando a casa como a las dos de la mañana -vivíamos en Longchamps entonces- a solo tres casas de llegar, una vecina a la que veíamos todos los días, prácticamente se tiró adelante del auto. Llovía a baldazos y estaba en camisón. Lloraba desesperadamente y nos pedía ayuda, diciendo que su esposo estaba lastimado dentro de la casa, que necesitaba ayuda. Entré y estaba el hombre muerto en la habitación, muy muerto con un disparo en el pecho. Para qué... sin entrar en detalles, baste con decir que casi termino en cana... fueron meses de dolores de cabeza. Tiempo después, ya viviendo en Ezeiza, cada tanto venía algún patrullero a buscarnos para llevarnos y hacernos las mismas preguntas una y otra vez, y nunca de modo amable. Pero esa es otra historia.
Yo no soy indiferente. Si alguna noche lluviosa a las dos de la mañana una vez más se me cruzara una mujer desesperada en camisón pidiendo ayuda, yo volvería a detenerme.
sábado, 31 de julio de 2010
XII - Futuro era el antes...
Se acuerdan de cómo era el futuro? Recuerdo cuando en mi niñez leía cuanta revista, libro, periódico o lo que fuera en donde encontrara una visión de cómo sería el futuro, allá por el lejano siglo XXI. Para cuando llegara el año 2000 tendríamos bases permanentes en la luna... casi con seguridad estaríamos a punto de colonizar Marte... La llegada del hombre a la luna nos hizo pensar a todos que las posibilidades eran infinitas. No existirían las congestiones de tránsito porque con seguridad los autos podrían volar... el cáncer y otras enfermedades serían curiosidades en los libros de historia... cada casa tendría unos cuantos robots que se encargarían de las tareas de la casa... Claro, todo eso y mucho más siempre y cuando
Y el siglo XXI llegó... No tengo mi vehículo volador para ir a trabajar cada día, no tengo un robot que prepare la cena y lave los platos ni puedo tomar mis vacaciones en la luna... los autos básicamente se rigen por los mismos principios que hace 50 años... Tal vez en el futuro…
Por otra parte, si bien hubo vaticinios que nunca se cumplieron, hubo otros que sí e incluso llegaron cosas que nadie previó. Hoy son cotidianas cosas con las que jamás soñamos. Teléfonos celulares, internet, hornos de microondas, máquinas fotográficas digitales, televisión satelital, clonación, el conocimiento del ADN y la manipulación genética, los video juegos... La lista es enorme. En general, las expectativas eran que el futuro llegaría con la solución a todos los problemas. Aunque es cierto que llegaron muchas soluciones, también nos trajo problemas nuevos, aunque no es eso lo que quiero analizar ahora. Lo único que me preocupa es... Cómo será el futuro? Llegaré a ver al hombre en Marte?
En aquellos años, cada nuevo avance nos sorprendía. Hoy nos enteramos por la televisión que una sonda espacial ha aterrizado en un cometa para tomar muestras, o que en tal laboratorio han conseguido criar ratones que brillan en la oscuridad, o que se está experimentando con cierto tipò de cámaras que podrían conectarse directamente al sistema nervioso y que podrían llegar a ser ojos que le devolviera la vista a personas ciegas... Como estas, mil cosas más podría mencionar. En fin... en algunos casos afortunadamente y en otros no, el caso es que casi nada de lo que leía en aquellos años resultó como lo esperaba. Yo sigo maravillándome con estas novedades... mi imaginación se dispara y trato de imaginar las puertas que se abren. al paso del progreso, las infinitas posibilidades que se presentan... De todas maneras, no parece importarle a nadie. La gran mayoría de las personas no le presta ninguna atención a este tipo de noticias, hasta las encuentran tediosas. Qué pena!
El futuro no es lo que solía ser.
martes, 11 de mayo de 2010
XI - Como el viejo álamo
El otoño llega y el viejo álamo pierde sus hojas una a una. Sin embargo, le ha quedado una hojita que se mantiene verde, que se niega a morir… parece que esta hojita rebelde es la que mantiene con vida al cansado árbol, con su fea corteza llena de cicatrices… montones de hojas que se han ido marchitando una a una hasta morir y caer silenciosamente como mis sueños. Todas caen dejando al otrora orgulloso árbol convertido en un fantasma de lo que fue. Todas, menos esa pequeñita, que soporta la furia de los fríos vientos y la lluvia helada. Contra toda lógica, se mantiene verde. Le recuerda al árbol que a pesar de lo triste y gris que parece todo ahora, la primavera llegará y mil nuevas esperanzas brotarán y con ellas todo su esplendor regresará. El viejo árbol ama a esta única hojita, querría abrazarla, pero por más que lo desee no puede hacerlo. Sólo le queda esperar que algún día algo maravilloso suceda.
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Como el viejo álamo, así me siento hoy…
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Tuve montones de sueños que se han ido marchitando uno a uno hasta morir y caer silenciosamente como sus hojas… sin embargo, hay uno que insólitamente permanece verde y que me mantiene con vida, que me sostiene en la esperanza de que una nueva primavera pueda ser posible. No es fácil. El frío, los días interminables y grises, a veces hacen que esa primavera soñada parezca estar del otro lado del universo, pero esa hojita se mantiene aferrada a su ramita… Amo a este sueño… quisiera abrazarlo y hacerlo realidad, pero por más que lo desee no puedo hacerlo. Sólo me queda esperar que algún día algo maravilloso suceda.