domingo, 28 de febrero de 2010

V - En blanco y negro

Tuvimos en casa uno de los primeros televisores de la cuadra. Allí yo veía al volver de la escuela y mientras tomaba la leche algunos programas inolvidables, aunque a los chicos de hoy les parecerían ridículos. De todas maneras, me acompañaron en mi infancia.


Lo primero que viene a mi memoria es Rin Tin Tin, una serie que giraba en torno de un perro pastor alemán que siempre terminaba por salvar a los protagonistas. En la misma línea estaba Lassie, Creo que de aquélla época amo a los perros. Si tenía ganas de reir, nada mejor que Mr. Ed, el caballo parlante. Creo que los creadores de Alf deben haberse inspirado en este animal, especialmente en los enredos que provocaba usando el teléfono. Los Locos Addams, Los tres Chiflados, El Gordo y el Flaco, Abbott y Costello también formaban parte del abanico de posibilidades para reír con ganas. Había varios más, pero vayan solo estos a modo de ejemplo.



Alrededor de 1970 comencé a tomarle el gustito a la aventura. Por suerte no faltaban opciones. Meteoro y Astroboy primero y luego Viaje a las Estrellas, Los Invasores, Combate, Los Vengadores, Los Intocables. El fugitivo. El Santo, Tarzán, Daktari, El Túnel del tiempo y (cómo olvidarlo) el Cine de Súper acción los sábados por la tarde en canal once. Por supuesto, no puedo dejar de mencionar a El Zorro, El llanero Solitario (Dicho sea de paso... siempre me incomodó el título... Como podía ser "Solitario" si siempre estaba acompañado por su fiel amigo Toro?) También estaban los western y afines: Bonanza, El Gran Chaparral, El Hombre del Rifle, Bat Masterson, La Ley del Revólver... Mi menú de opciones era realmente extenso. La lista es mucho más larga, pero no es intención de esta crónica hacer un catálogo de programas de televisión de los años 60. Apenas es una mirada nostálgica. Mucho ha evolucionado la televisión en los años que siguieron, pero cómo extraño esas pobres imágenes en blanco y negro!

lunes, 22 de febrero de 2010

IV - A mis amigos

Oraldo: Mi gran compañero en la niñez. Qué habrá sido de él?

Juan Antonio: Más que un amigo, treinta y siete años de amistad incondicional. Aunque nos vemos poco, los dos sabemos que el otro está ahí nomás, para lo que haga falta. Juntos en la buenas y en las malas, como suele decirse.

Italo: Tano querido! Cuánto tiempo ha pasado! Cuantas ganas de verlo y qué lejos está!

Mary: Siempre la admiré por su valentía (o inconciencia) en una época en la que no era recomendable ser tan idealista… siempre enojada con todas las injusticias. Todo un honor tenerla como amiga.

Gabriel: A pesar de la diferencia de edad y de entorno, tal vez el que mejor me conoce. Él fue uno de los que me animó a escribir este blog, por lo que se lo dedico especialmente. Tal vez los kilómetros alguna vez desaparezcan y pueda darle un abrazo. Veremos si ese día se atreve a llamarme “anciano”...

y a todos aquellos que me soportan día a día, con su paciencia, con sus consejos, su alegría, sus oraciones y fundamentalmente con su cariño, que aunque no los nombre saben que hablo de ellos…

A todos, gracias por haberse cruzado en mi camino. La vida no sería lo mismo sin ellos.

sábado, 20 de febrero de 2010

III - El Desdémona

Extraño el mar...

Muchos años le dediqué a navegarlo. Muchos barcos me contaron entre su tripulación. Barcos grandes, chicos, viejos, nuevos... Más de cien puertos visité en decenas de países... Esto me dejó mil recuerdos, malos algunos, buenos la mayoría. 

Todo esto quedó atrás hace mucho ya, sin embargo, muchas veces sueño que estoy todavía en el océano yendo a algún exótico destino.



Entre todos esos barcos, recuerdo más que a ningún otro al "Desdémona". Era bastante pequeño, especialmente feo, muy ruidoso, lleno de problemas, lento, incómodo, completamente obsoleto, pero por alguna razón lo amaba. Navegar en él era verdaderamente una aventura, nunca se sabía que podía pasar en cualquier momento.

Me llenó de pena enterarme de su triste final en una fría mañana del invierno de 1985. No porque el anciano buque llegara al final de sus días... esto se veía venir, pero creo que él hubiera deseado un fin más digno


Aburrido de tanta soledad el Desdémona duerme su sueño de navegante frustrado. En su cuna de arena, la lluvia, el sol y el viento le van corroyendo sin pena ni prisa sus entrañas de hierro rojizo. Perpetuamente varado en la playa del Cabo San Pablo, En Tierra del Fuego, verá pasar las horas lentamente hasta que ya nadie recuerde su nombre. Pero eso no ocurrirá mientras yo viva.

II - Lluvia

Normalmente, la gente se deprime con el mal tiempo. Parece que las cosas también se entristecen con la lluvia, los colores se diluyen, todo se pone gris… Pero yo no. Me gusta la lluvia. Me gusta mojarme, de hecho pocas veces uso paraguas. Me encanta el sonido del agua y el de los truenos. No me gusta tanto cuando hay viento, eso no… Nada más agradable que dormirse escuchando caer las primeras gotas que anuncian que lloverá toda la noche. O tal vez mirar por la ventana el espectáculo de los rayos y relámpagos mientras escucho algo de música, Chopin, por ejemplo…

Cuando era chico y hacía calor adoraba jugar bajo la lluvia, lo que provocaba las más enérgicas protestas de mi mamá, yo le preguntaba por qué era malo mojarse con la lluvia pero no ponía objeciones en que me mojara mucho más en la piscina que cierto amigo de la infancia tenía en su casa. Nunca me pudo dar una respuesta razonable. Ya no me lo pregunto. No me interesa saberlo. Si hace calor y llueve, salgo a la lluvia y me mojo como entonces. No debe tener nada de malo, nada especial me ha ocurrido. A nadie de los que conozco le gusta la lluvia. Todos dicen que prefieren el sol… me dicen que el mal tiempo se relaciona con la tristeza. También me gustan los días lindos, con el cielo azul, los pájaros cantando y todos los colores ante mis ojos, pero son los días lluviosos los que estimulan mi imaginación, los que me invitan a soñar… Como hoy, por ejemplo. Hoy no me importa ninguno de mis problemas, los sueños más bellos invaden mi conciencia.


Cómo llueve!!

miércoles, 17 de febrero de 2010

I - Frente al espejo

El conocimiento de la verdad me llegó de pronto, mientras me afeitaba. Estaba mirándome desde el otro lado del espejo, justo frente a mis ojos. Cincuenta años, ¡todos juntos! Estaba afeitándome con los anteojos puestos ya que de no hacerlo no veo nada. Yo, que siempre presumí de mi vista perfecta... allí estaba mi imagen, con mi escaso cabello, unas cuantas canas desparramadas, varios kilos de más, varios dientes de menos y algunas arrugas en mi rostro.
Qué pasó? Cómo llegué hasta aquí? Por alguna razón Se me presentó la imagen de mi viejo afeitándose, lo vi claramente pasando su brocha con la crema de afeitar Gillette. Yo me preguntaba como era posible que, siendo la crema de un color verde claro, hiciera una espuma tan blanca... Lo veía armando su maquinita con esas hojas de afeitar con filo en ambos lados y luego afeitarse con una velocidad asombrosa. Yo me maravillaba con la destreza con la que deslizaba esos filos por su rostro sin herirse. Mi viejo era lo más grande que pudiera existir. Superman no le llegaba a los talones... Un rato más tarde lo veia irse a su trabajo impecablemente vestido, siempre con camisa blanca y traje oscuro. Me quedaba entonces esperando su retorno a la noche. Yo lo esperaba con ansiedad, ya que sabía que lo primero que haría al llegar sería alzarme y me cantaría una canción. Pobre viejo... qué mal cantaba! y siempre la misma canción! No podía aprender otra? Por suerte, solo duraba un par de minutos. Luego jugábamos... Ha pasado mucho tiempo desde aquellos días, ahora soy yo quien se está afeitando antes de ir a trabajar, sin embargo, aquélla melodía en mi cabeza continúa acompañándome.