Anoche, luego de salir de mi trabajo,
fui con mi esposa Patricia al mercadito “Pekin” (nombre original, no?) de los chinos
que está a pocos metros de mi oficina. Luego de haber comprado lo necesario
salimos de allí. Justo en el momento en que pongo un pie afuera, una
motocicleta que venía circulando por la acera no me atropelló gracias a unos
reflejos raros en una persona de mi edad, en mi lamentable condición física y cargando varias bolsas con las compras. Patricia le dedicó un insulto impropio en una
señora educada, a lo que nuestro amigo motorizado respondió “Es que soy argentino, señora…”
Es que el hecho de haber nacido en estas pampas
habilita al caballero a circular con su moto (que era bastante grande, dicho
sea de paso) por la acera? Es una explicación razonable para su conducta? Yo
también soy argentino… Será entonces que estoy habilitado para despreciar las
normas más elementales de tránsito? Será que puedo además ignorar todas las
normas de convivencia? Será que las reglas están únicamente para que nosotros
–los argentinos– podamos romperlas inpunemente? Sí... ya sé que está mal escrita
la palabra, no es un error; quise romper alguna regla, violar alguna norma… Por
qué he de someterme a la estúpida regla de poner siempre la “M” antes de una
“P”? al fin de cuentas… ¡SOY ARGENTINO!