miércoles, 26 de diciembre de 2012

XXXIV - No quiero llegar a viejo

Una de las frases que más recuerdo de mi papá la pronunció con 81 años de edad. Dijo medio en broma, medio en serio "Yo no quiero llegar a viejo" Con el paso de los años cada vez creo entender mejor lo que quiso decir. Siempre dispuesto a aprender algo nuevo, jamás le faltó algún proyecto loco en mente, casi nunca pasaban de ser eso, pero ese era su sello personal.
 
Aunque haya comenzado a visitar más a mis médicos que a mis amigos, o critique en mi hijo las mismas cosas que yo hacía, o esté casi ciego sin sus anteojos cuando de joven tenía una vista perfecta, aunque los muchachos de hoy me miren espantados sin saber de qué hablo cuando menciono aquellos grupos de rock del siglo pasado... No importa que cada vez más seguido me ofrezcan el asiento en el tranporte público, que mi memoria a corto plazo falle cada vez más frecuentemente, que necesite una dentadura nueva o que la mayoría de mis fotografías de aquellos años sean en blanco y negro y de mil cosas más que me indiquen que estoy volviendo de mi viaje, tomaré prestada la frase de mi papá y haré lo posible por no llegar nunca a viejo. Afortunadamente, me sobran sueños. Felizmente, el 2012 está terminando sin que el fin del mundo dificultara excesivamente mis proyectos ni echara por tierra mis ilusiones. Ahora, ante la llegada del nuevo año puedo renovarlos confiadamente para los próximos cincuenta años, garantizando de esta manera una prolongada juventud.