sábado, 11 de noviembre de 2017

LIV - Argos

En la mitología griega, Argos Panoptes (Argos ‘de todos los ojos’) era un gigante con múltiples ojos. Era por tanto un guardián muy efectivo, pues sólo algunos de sus ojos dormían en cada momento, habiendo siempre varios otros aún despiertos.

Otro "Argos" aparece en "la Odisea" de Homero; Argos es el perro de Odiseo, rey de Ítaca.

Argos aparece al final del poema, cuando Odiseo regresa a Ítaca luego de luchar en la Guerra de Troya y deambular por el mar, tras veinte años de ausencia. Odiseo, para enfrentarse mejor a sus enemigos, aparece con sus facciones disimuladas por Atenea y disfrazado de mendigo, de manera que nadie lo reconozca. Pero Argos, enfermo y descuidado, sí lo conoce y lo saluda trabajosamente con la cola. Odiseo, enterado de la fidelidad de su perro y de su estado actual, pero imposibilitado de responder el saludo para no quedar en evidencia, derrama una lágrima y sigue su camino. El perro, cumplida su misión de esperar veinte años a su amo, muere a sus pies.

Esta escena es uno de los ejemplos más antiguos y paradigmáticos de la fidelidad que puede tener el perro al hombre.

Louis Frederic Schutzenberger - Retour d'Ulysse
Una fría y lluviosa noche del 2004 recibimos una llamada telefónica de mi hijo Jonás, nos pidió que fuéramos a recogerlo con el auto. "Después les explico", nos dijo. Algo asustados, cumplimos con su pedido. Con algo de sorpresa, lo encontramos junto a su novia y un cachorrito mestizo, absolutamente negro. Casi disculpándose nos explicaron que lo habían recogido en la estación del ferrocarril, estaba solo, asustado, mojado y temblando de frío. Obviamente, terminó en casa.

"Argos" parecía un nombre muy importante para ese feo cachorro. Pocas veces se han visto perros más feos... Tal vez, para convencernos, mi hijo Jonás propuso ese nombre, nos dijo que sería un excelente guardián y el perro más fiel imaginable, estos animalitos son muy agradecidos...

En realidad, ese nombre fue el menos indicado para ese adorable perro. Como guardián era un absoluto fracaso, dormía como una marmota y no era muy apegado a la casa. Desde el principio nos quedó claro que amaba la calle, la libertad era su única ambición y se escapaba constantemente, sin importar lo que hiciéramos.

No tengo muchas fotos de él. Siempre hacíamos la broma de que el pobre no salía en las fotos... todo negro... en parte era cierto. Normalmente, todo lo que conseguíamos era una mancha negra en las imágenes.

Pasaron los años, y se ganó su lugar como un miembro más de la familia. Era el perro que cualquiera querría tener. Le encantaba acompañarme cuando iba hasta el mercadito a hacer alguna compra, o cuando salía a cortar el pasto que tengo donde todo el mundo tiene una acera. Miraba televisión con nosotros y no era raro que en las noches frías se instalara en nuestra cama cuando estábamos dormidos. 

Toda su vida. -eso sí- siguió con su costumbre callejera. Tenía perros amigos y también se llevaba muy bien con los gatos. Todos los niños del barrio le conocían y él salía a saludar a todos cuando pasaban frente a casa. Incluso, alguna madre me contó que a la vuelta de la escuela, sus hijos le pedían pasar por casa, porque seguro que Argos estaría esperando para el saludo diario...

Argos, en uno de sus saltos al muro
Tratando de evitar que se escapara, hicimos un muro alrededor de nuestra casa de 1.80 metros. Creímos tontamente que eso representaría algún inconveniente para él. Lo saltaba con una facilidad que dejaba boquiabiertos a propios y extraños. Incluso, con una de sus patas delanteras enyesadas, luego de una fractura doble provocada por haberse cruzado en el camino de un automóvil, seguía saltando.

Sin embargo el paso del tiempo fue dejando su huella Sus escapadas empezaron a ser menos frecuentes y cada vez pasaba más tiempo con nosotros. Cada día parecía ser más cariñoso con nosotros. Dejó de saltar el muro y solo salía si yo le daba permiso, abriendo la puerta de calle. Cada salida duraba menos que la anterior... hasta que dejó de salir completamente.

Y así, se fue apagando poco a poco...

Hoy, pasó sus últimas horas conmigo. Me senté en el suelo junto a él a hacerle compañía. No dejé de hablarle en todo ese tiempo. Cada vez que creía que se había dormido, trataba de levantarme, pero comenzaba a gemir hasta que volvía a sentarme junto a él, sosteniendo una de sus patas delanteras y acariciando su cabeza. Esta foto la tomé pocos minutos antes del desenlace.

Finalmente, llegó el momento que sabíamos inexorable. Se escapó por última vez, dio su último salto hacia la libertad... seguramente estará con Merlín, con Freya, Con Sayuk... hermosas  almitas con cuatro patas y hocicos fríos que le precedieron.

Ultima foto de Argos, solo un par de horas antes del final